Lluvia y flores

¿Has visto cómo cambian los colores de las fachadas cuando llueve?

Somos adictos a los cambios, seres devoradores de tiempo, espacios finitos corriendo a través de sentidos en constante expansión. Habitantes de ciudades en ruinas, y al mismo tiempo, primaveras para vestigios de piel; deseando ansiosos el momento de convertirnos en un campo de lirios entre todo este cemento de carne.

Ojalá volverte a ver, así sabré como se sienten los tulipanes cuando amanece. Aunque si fuera una flor sólo querría hidratarme de tus ideas, de tu sentido de la libertad, en cómo te fijas en las fachadas mientras fumas y dejas a tu espalda un mundo de tallos sin hojas, una selva de dudas y miedos a medio florecer.

Entre todo este mejunje de letras y palabras intento reprimir el delirio de vernos bailar en el salón, de imaginar cómo sería tumbarnos en una hamaca en la luna y ver cómo el planeta explota. Quizá te reirías de cómo en todo este cosmos sin sentido, la luz es lo único que brota entre la muerte y nos permite ver donde la oscuridad brilla.

Podría hacerlo todo mucho más sencillo y decir que quiero besarte hasta que lloviéramos. Dejarnos caer como dos gotas sobre la cama y dejar que nuestras yemas corrieran por nuestros campos de piel, sentir cómo en cada poro nace un tulipán, para que, al acabar, refugiarnos en un abrazo bajo una jungla de amor.

Pero la vida no es sencilla, y en lugar de flores, somos vehículos transitando líneas paralelas que a veces se convierten en secantes. Es en ese punto donde nos cruzamos en el que soy lo que nunca imaginé porque veo la vida con tus ojos, porque al igual que hay una parte de la espalda que necesitas a otro para rascarte, hay una parte de mí que sólo puedo ver en tu iris, quizá es ahí donde nace el color.

Porque tal vez, de toda la fachada que mostramos, hay colores que sólo aparecen cuando llueve. Porque de todos los instantes, llegar al tuyo fue lo que hizo que toda la sucesión de puntos que hizo la línea de mi vida tuviera un sentido más allá que buscar el infinito.

Quizá lo eterno está tan cerca que no lo puedes ver

Quizá sólo esté a un sentimiento de distancia.

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